Bruno Amoroso (Profesor de Economía Internacional y Desarrollo en la Universidad de Roskilde en Dinamarca), en su libro Europa y el Mediterráneo, desarrolla una interesante teoría sobre la regionalización de la economía frente a la globalización. El trabajo de Amoroso se basa en las sinergias y las peculiaridades de la zona euromediterránea.
De este modo, el autor identifica realidades regionales a nivel macroeconómico – que, por lo tanto, incluyen varios Países – que pueden tomar el camino de un desarrollo sostenible centrándose en una fuerte interacción económica y cultural. Este mecanismo no se basa en la estandarización de la producción, sino en la valorización de las características típicas de cada nación favoreciendo el libre intercambio comercial entre los territorios vecinos.
Esta teoría geo-económica conduce a un reposicionamiento de las economías más fuertes en la zona. Estos Países ya no tendrían que esforzarse para “comerse” a las economías más débiles, explotando su mano de obra y materias primas baratas, sino más bien actuar como “locomotora” del proceso de desarrollo de toda la región a la que pertenecen.
Este cambio se lograría a través de la voluntad de compartir el know-how en sectores clave de la economía regional, sobre todo la agricultura, que es la principal actividad en zonas del norte de África y de Oriente Medio y registra una fuerte brecha entre el norte y el sur del Mediterráneo. Nótese que se habla de intercambio mutuo de conocimiento y no de un esquema “copiar y pegar” de tecnologías innovadoras. Este último proceso llevaría a una mera externalización de la producción, provocando que se mantenga una tendencia a la globalización neo-colonialista, sin perspectivas de sostenibilidad a largo plazo.
El policentrismo descrito por Amoroso lleva a la elaboración de un modelo de círculos de solidaridad, o sea la identificación de cuatro meso-zonas en las que la palabra clave para el desarrollo sostenible es la conservación y el enriquecimiento de la diversidad entre las áreas.
Esto, según el autor, permitiría alcanzar la estabilidad interna y externa de las meso-áreas delineadas en relación con las otras regiones.
Esta teoría se puede aplicar a otras áreas del mundo, incluyendo América Latina. Desarrollando el tema para esta región, identificaremos en primer lugar las economías “líderes”, fundamentales para la determinación de las meso-regiones. Al hacerlo, podríamos desarrollar una hipótesis basada en las cuatro regiones siguientes:
1. Región mexicana. Esta área incluye México, Costa Rica, Cuba, República Dominicana, El Salvador, Guatemala, Honduras, Nicaragua, Panamá, Puerto Rico, Antigua, Barbuda, Bhamas, Barbados, Dominica, Jamaica, Granada, Haití, Saint Kitts y Nevis, San Vicente y las Granadinas, Santa Lucía, Trinidad y Tobago. Sin duda, dadas las dimensiones de su territorio y de su economía, el país “guía” sería México.
2. Región venezolana. Aquí están Venezuela, Colombia, Guyana, Guyana Francesa y Surinam. Venezuela, que ha empezado un proceso de desarrollo sostenible, representa la economía principal en esta meso-área.
3. Región brasileña, que incluye Brasil, Bolivia, Ecuador y Perú. Brasil es hoy una de las principales economías emergentes del mundo junto con las de Rusia, India, China y Sudáfrica (BRIC).
4. Región argentina, donde se encuentran Chile, Paraguay, Uruguay y Argentina. Esta última es rica en recursos minerales (como Chile), pero su economía ha sido capaz de apartarse de una dependencia de estas fuentes.
Cabe señalar que, en la representación gráfica, la intersección de los “Círculos de la Solidaridad” no es casualidad: representa la interacción de las meso-áreas, fenómeno que vuelve más consistente y estable el desarrollo de todo el continente. No se trata, por tanto, de un concepto basado en economías regionales cerradas, sino de una relación dinámica, tanto desde una perspectiva interna —la interacción entre los estados de la misma meso-área— como externa —entre los diferentes estados de la meso-regiones.
A diferencia de la región Euro-Mediterránea, América Latina tiene una ventaja importante: la cercanía cultural. De hecho, la diversidad cultural en la cuenca mediterránea es uno de los principales puntos críticos del modelo de Amoroso, ya que es el factor desencadenante de las más fuertes tensiones en la zona. Además, la región latinoamericana se caracteriza por tener antecedentes históricos muy homogéneos y por lo tanto, capaces de facilitar la comprensión entre las partes.
El camino es largo, pero no imposible, dado que las “economías líderes” (Brasil, Argentina, México y Venezuela) parecen, aún con sus diferencias, capaces de llevar el liderazgo de todo el continente. Lo importante será no pasar de un policentrismo basado en un intercambio simétrico a un monocentrismo en el que las economías más fuertes tienden a afectar a las economías de los estados vecinos con un intercambio comercial asimétrico en su favor.
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* William Bavone estudió y se tituló en Economía Empresarial en la Universidad de Benevento en Italia.
(traduzione di puntodincontro.com.mx)
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