Mientras en el pasado el término secta designaba principalmente a un grupo de personas que, siguiendo una determinada escuela de pensamiento, asumían una posición de separación o conflicto con respecto a la ortodoxia religiosa, hace varias décadas se ha venido utilizando el mismo término para indicar a cualquier grupo que surge alrededor de una personalidad carismática y se distingue por una actitud que presenta rasgos característicos, como “la certeza de poseer la verdad y constituir la única tabla de salvación, un proselitismo agresivo, una ansia escatológica, la dependencia impulsada hasta en formas morbosas hacia un líder o gurú, etc.” [i].

Así escribe un especialista, el fundador de CESNUR (Centro de Estudios sobre las Nuevas Religiones), quien, al presentar su visión general de las sectas cristianas, subraya la estrecha relación entre el fenómeno del sectarismo cristiano y la realidad estadounidense. “La mayor parte de los grupos que llevan el nombre de ‘sectas’ o ‘nuevos movimientos religiosos’ – observa el citado sociólogo – nacieron en Estados Unidos: es el caso de los Testigos de Jehová, los Mormones, la Christian Science, la Cientología. Para otros movimientos de origen oriental o europeo, la expansión generalmente comienza con el traslado de un leader a los EE. UU., translatio a la que no pocas veces se le atribuye un significado simbólico.” [ii].  Como ejemplo, Introvigne recuerda que el primer traslado de una secta a la “tierra prometida” estadounidense tuvo lugar en 1774, cuando Mother Ann Lee (1736-1784), líder del grupo Shakers, desembarcó en Nueva York; luego cita la llegada más reciente a Estados Unidos de algunos “maestros espirituales” famosos, incluido el fundador del movimiento Hare Krishna Bhaktivedanta Swami Prabhupada (1896-1977), el reverendo Moon (1920-2012) y el gurú “naranja” Bhagwan Shree Rajneesh (1931 -1990). Podríamos recordar otros casos ejemplares, como el del controvertido “sheij” del príncipe Carlos de Inglaterra, Nazim al-Haqqani al-Qubrusi (1922-2014)[iii], quien, después de haber vaticinado un ataque ruso contra Turquía como el inicio de la “mayor guerra antes del Último Día” [iv], en 1991 inauguró con una visita a Disneyland [v], una serie de viajes dentro de los Estados Unidos; o como su sucesor Hisham Kabbani (1945 -), quien, tras haber dado vida a una Sufi Order of America, obtuvo el reconocimiento oficial de su función en una serie de encuentros con George Bush, Bill Clinton y Hillary Clinton.

La extraordinaria familiaridad de los Estados Unidos de América con la realidad multifacética del universo sectario, no puede dejar de no recordar un hecho emblemático: la entidad política que surgió sobre el suelo norteamericano tiene en sus propios orígenes la acción de una secta, la puritana [vi].

Los llamados Padres Peregrinos, que zarparon en septiembre de 1620 en el Mayflower desde la Bahía de Plymouth y desembarcaron dos meses después en Cabo Cod, fundaron en la costa de Massachusetts una colonia inglesa que en el Nuevo Mundo fue la segunda después de la de Jamestown, que fue fundada en Virginia en 1607.  Empeñados en la búsqueda de la máxima conformidad individual y colectiva con los dictados del Antiguo Testamento, los puritanos se consideraban ser los nuevos protagonistas del Éxodo bíblico: habiendo abandonado el Egipto faraónico, es decir, la Europa depravada e idólatra, habían desembarcado en la nueva Tierra Prometida [vii].  Animados por un verdadero odio teológico hacia Europa, en marzo de 1630, cuatrocientos colonos, casi todos puritanos congregacionalistas, se embarcaron en cinco barcos que partían de Londres hacia Nueva Inglaterra. Entre ellos se encontraba el teólogo John Winthrop (1588-1649), primer gobernador de la Colonia de la Bahía de Massachusetts, autor del sermón en el que se exhortaba a los colonos para construir una ciudad en Nueva Inglaterra pero gobernada por la ley divina: “Debemos considerar – dijo Winthrop – que seremos como una Ciudad sobre una Colina (City upon a Hill), los ojos del mundo estarán sobre nosotros; de modo que, si nos portamos falsamente con nuestro Señor en esta obra que hemos emprendido y hacemos que nos quite la ayuda que ahora nos brinda, seremos el hazmerreír de todo el mundo (…) ” [viii].

Este concepto fue desarrollado por el pastor Peter Bulkeley (1583-1659): “Somos como una Ciudad sobre una colina (…) porque profesamos ser un pueblo que ha hecho un pacto (covenant) con Dios” [ix]. Y sobre la noción bíblica del “pacto perpetuo” estipulado entre Dios y el “pueblo elegido”, se fundó la doctrina imperialista claramente resumida en estos términos: “Así como Dios nos ha favorecido, tenemos el derecho a hacer que de alguna manera las otras naciones se sometan a nuestra voluntad.” [x].  En resumen, al “Israel de la Nueva Inglaterra”[xi], según el ministro y teólogo John Cotton (1585-1652) habría debido adoptar coherentemente  el idioma hebreo como lengua oficial, la divina Providencia había confiado la misión de convertir a los otros a su way of life.  Tal doctrina fue formulada posteriormente por el periodista y diplomático John L. O’Sullivan (1813-1895), quien la condesó en la afortunada palabra de orden del “destino manifiesto” (manifest destiny) cuando sostuvo que los Estados Unidos habían recibido de Dios mismo el mandato de expandirse en la América del Norte.  “Y tales pretensiones – escribía en un artículo publicado el 27 de diciembre de 1845 en el “New York Morning News” – son en nombre del derecho de nuestro destino manifiesto de expandirnos y de poseer todo el continente que la Providencia nos ha dado para el desarrollo del gran experimento de libertad y de autogobierno federal que se nos ha confiado”.  Quien extenderá al mundo entero tales pretensiones estadounidenses será el Presidente Wilson, cuando, al final de un conflicto que él entendió como “la apocalíptica batalla de Armagedón, el enfrentamiento final entre las fuerzas del Bien y las fuerzas del Mal” [xii], él acuñará la expresión “Nuevo Orden Mundial” y reafirmará el dogma según el cual los Estados Unidos son “el faro del mundo” [xiii], “una nueva Israel, una nación elegida, destinada mesiánicamente por la providencia para llevar la ley y el orden al mundo” [xiv].

El “Gran Despertar” y los “hijos de la Luz”

Gracias a los sermones ardientes de otro pastor, Jonathan Edwards (1703-1758), el tema del pacto con Dios estipulado por la nueva Israel americana había desencadenado entre los años 30 y 40 del siglo XVIII el “Gran Despertar”: una ola de fanatismo milenarista se extendió desde Connecticut y por toda la Nueva Inglaterra, “con multitudes en éxtasis que escuchaban los sermones de pastores itinerantes, mujeres llorando y gritando, que se agitaban en la purificante experiencia de la ‘conversión’” [xv].  En el siglo siguiente, también por efecto de la llegada de nuevas oleadas migratorias, proliferaron las sectas más extravagantes, todas de inspiración bíblica: el Rearme Moral, la Ciencia Cristiana, la Nueva Armonía, las Falanges Integrales, el Ejército de Salvación, etc. [xvi]; sin embargo el puritanismo no desapareció, sino que asumió las formas de una religiosidad secularizada y democrática.

En cuanto al tema del “Gran Despertar” (The Great Awakening), cobra actualmente una nueva vida, habiéndose representado como la idea-fuerza “antiglobalista” contrapuesta al proyecto del Gran Reinicio (The Great Reset). Tal concepción ha encontrado terreno fértil en la facción trumpista [xvii], que cuenta en sus vértices no sólo personalidades pertenecientes a las más diversas confesiones protestantes [xviii], como el mismo Donald Trump, ex presbiteriano y ahora “non-denominational Christian[xix], pero también personalidades judías, como Jared Kushner y su esposa Ivanka Trump, y católicas, como el conocido agitador populista Steve Bannon [xx] y el arzobispo católico Carlo Maria Viganò, ex nuncio apostólico en los Estados Unidos.  En una entrevista del 1 de enero de 2021, el agitador populista preguntó al arzobispo: “¿Qué pueden hacer concretamente los hijos de la Luz del Gran Despertar para minar la alianza impía [del llamado “Deep State“] con este brutal régimen comunista [chino]? (…) esta es una batalla épica entre los hijos de la Luz y los hijos de las Tinieblas (…)” [xxi].

La fórmula del conflicto entre los hijos de la Luz y los hijos de las Tinieblas, que Steve Bannon recoge de una carta enviada por monseñor Viganò al Presidente Trump el 12 de junio de 2020, es un elemento escatológico que ha sido introducido en el imaginario trumpista; pero su primera aparición en la mitología política americana se remonta al año 1944, cuando el teólogo reformado Reinhold Niebuhr (1892-1971) publicó un afortunado panfleto titulado The Children of Light and the Children of Darkness, sobre el conflicto bélico de ese entonces entre la democracia estadounidense y sus enemigos europeos.  La fórmula, que Niebuhr extrajo de la descripción de los Adeptos de la Rosa Cruz hecha por el filósofo masón Karl von Eckartshausen (1752-1803)[xxii] o directamente de algunos pasajes bíblicos (veterotestamentarios[xxiii] y neotestamentarios[xxiv]), fue confirmada ulteriormente por el texto de un rollo qumránico que la Universidad Hebrea de Jerusalén adquirió en 1947.  Se trata de la Regla de la Guerra o Guerra de los hijos de la Luz contra los hijos de las Tinieblas, un apocalipsis judaico en el que “los miembros de la secta (…) constituyen (…) las fuerzas del bien por antonomasia. Contra ellos lucharán los ‘hijos de las Tinieblas’, categoría que incluye tanto a los paganos (…) como (…) la gran masa de los Israelitas que no se han adherido a la secta”[xxv]. Antes de Niebuhr, el tema recientemente retomado por Viganò y Bannon había sido un Leitmotiv de la publicidad de la Theosophical Society[xxvi] (fundada en 1875 en Nueva York) y del mago británico Aleister Crowley[xxvii] (1875-1947), quién se mudó a Nueva York en vísperas de la Primera Guerra Mundial.

“Hijos de la Luz” parece ser la nueva denominación de aquellos que en los años noventa del siglo pasado, fueron identificados por la importante organización fundamentalista Christian Identity como “los únicos, auténticos, literalmente hijos de Dios”.  El Doctrinal Statement de la organización proclamaba: “Creemos que los Estados Unidos es el lugar que ha sido profetizado (Sam. II 7,10; Is. II, 12; Ez. 36, 24) donde los cristianos de todas las tribus de Israel se reunirán (…)  Norteamérica es el desierto hacia el cual Dios ha llevado las semillas dispersas de Israel (…), donde el desierto florece como la rosa”[xxviii].

Sustancialmente, los motivos apocalípticos “judeo-cristianos” revividos en los Estados Unidos por Steve Bannon (y en Europa por algunos ideólogos del “soberanismo”) se insertan en la vieja veta fundamentalista que en los años 80 tuvieron auge por la ola conservadora que instaló a Ronald Reagan como presidente de los Estados Unidos de América. Se trata de una corriente que atraviesa todas las administraciones estadounidenses desde los últimos ochenta años y tiene su noble padre en el pastor evangélico Bill Graham (1918-2018), jefe de la Iglesia Bautista del Sur (14 millones de fieles). Famoso por la acción evangélica que desarrolló en el plano internacional y por haber ejercido “su cuidado pastoral sobre los diversos inquilinos que han ido sucediéndose en la Casa Blanca, desde Eisenhower hasta Bill Clinton”[xxix], el pastor Graham “entrelazó una teología fundamentalista con opciones políticas de tipo conservador: pensemos en el enfoque virulentamente anticomunista de algunos de sus sermones radiofónicos, la defensa pública del senador Mc Carthy en los años de la ‘caza de brujas’ y el apoyo a la guerra en Vietnam”[xxx].

En la mayoría de los casos, en efecto, la doctrina moral de las sectas protestantes ha proporcionado las oportunas justificaciones para las acciones exteriores y a las guerras de agresión emprendidas por la superpotencia estadounidense. “Cuando se definió la nueva práctica del neocolonialismo [los misioneros protestantes] fueron enviados, y siguen siendo enviados junto con los Peace Corps, a los países designados para los mismos fines.  Deben ser considerados como agentes del gobierno de los Estados Unidos, comprometidos con la propaganda y el espionaje.  Por esta razón, las misiones protestantes en el extranjero son financiadas, o por grupos económicos privados con intereses en tal país neocolonial (…) o por el gobierno estadounidense directamente, o por una combinación de los dos” [xxxi].

Pero los escenarios apocalípticos también son evocados en ambientes no protestantes. La convicción de que los tiempos están llegando a su fin, difundida en una vasta área del fundamentalismo protestante estadounidense, converge con las expectativas mesiánicas cultivadas en los ambientes hebraicos.  A este respecto puede citarse como ejemplo una secta de origen chasídica: la de Lubavitcher. “La secta Chabad Lubavitch – escribe un hebreo americano – se trasladó de Rusia a Nueva York en 1940, dirigida por el rabino Yosef Yitzhok Schneersohn, a quien le sucedió su yerno, el rabino Menachem Mendel Schneerson. Muchos de los seguidores de Lubavitch llegaron a creer que Schneerson era el Mesías que las profecías hebraicas habían predicho.  Los verdaderos creyentes lo llamaban el Rey Moshiach.  Murió en 1994, a la edad de noventa y dos años” [xxxii].  En 1991, el Rabino Schneerson había dicho a sus seguidores: “He hecho todo lo posible para que arribe el Mesías, ahora paso a vosotros esa misión: ¡haced todo lo posible para que llegue!”.  Comenzó entonces una campaña mediática para anunciar el inicio de la era mesiánica; entre los numerosos anuncios, hubo uno que se publicó a toda página en el “New York Times” y exhortaba a prepararse para la inminente venida del Mesías.  La secta de Lubavitcher es particularmente influyente en los Estados Unidos, donde cuenta con seguidores también en los círculos políticos. En 1983, el Congreso y el Presidente de los Estados Unidos confirieron al rabino Menachem Mendel Schneerson la Condecoración Nacional de Honor y decretaron que el día de su nacimiento, el 11 de Nisan del calendario hebraico, fuese proclamado el “Education and Sharing Day“.  El 2 de noviembre de 1994 (día del aniversario de la Declaración Balfour) las dos cámaras de los Estados Unidos aprobaron por unanimidad, la asignación póstuma para el Rabí Schneerson de la Medalla de Oro del Congreso de los Estados Unidos de América, reconociendo al ilustre rabino sus “contribuciones extraordinarias a la educación mundial, a la moralidad y a sus importantes acciones de caridad”. En la ceremonia de la Medalla, el Presidente Bill Clinton declaró: “La eminencia del difunto Rabí, cual guía moral de nuestra nación, ha sido reconocida por todos los Presidentes a partir de Richard Nixon” [xxxiii]

El actual presidente Joe R. Biden puede jactarse de una familiaridad de vieja data con la secta Lubavitcher.  Ya en el 2008, David Margules, presidente de la Chabad Lubavitch de Delaware, expresó el entusiasmo de su comunidad por las posiciones filosionistas de Biden: “He has developed the reputation for being a strong supporter of Israel[xxxiv].  Seis años más tarde, participando ya como vicepresidente en la encendida de la Menorah Nacional y exaltando la centralidad de los valores hebraicos en la vida americana (“Jewish heritage, Jewish culture, Jewish values are such an essential part of who we are“), Biden se refirió explícitamente a la enseñanza del Rabí Schneerson y expresó su augurio para que dicha secta aumentara aún más su poder: “May you all go from strength to strength[xxxv].

 

Traducción: Francisco de la Torre


NOTE

[i] Massimo Introvigne, Le sètte cristiane. Dai Testimoni di Geova al Reverendo Moon, Mondadori, Milano 1990, p. 8.

[ii] Massimo Introvigne, op. cit., p. 19

[iii] En su contra, el Consejo Espiritual Musulmán de Daguestán difundió un documento en el que se le acusaba “de haber propalado mucha corrupción sobre la tierra y haber distorsionado el nombre del Islam entre aquellos que saben poco sobre el Islam, disfrazándose de erudito para ocultar a la gente su verdadera identidad.”.

[iv] Nazim al-Haqqani, Pure Hearts, Zero Publications, London 1998, p. 40. Cit. in: Rhiannon Conner, From Amuq to Glastonbury: Situating the apocalypticism of Shaykh Nazim and the Naqshbandi-Haqqaniya, University of Exeter, 2015, p. 121.

[v] https://youtu.be/fxfMhf4S0DQ (Youtube, 13 ottobre 2013).

[vi] Sobre la influencia del puritanismo en la formación de los Estados Unidos, ver sobretodo: S. Bercovitch, The Puritan Origins of the American Self, Yale University Press, New Haven 1975.  Ver también: G.T. Amos, Defending the Declaration. How the Bible Influenced the Writing of the Declaration of Independence, Wolgemut & Hyatt 1990; A.J. Reck, The Declaration of Independance as an “Expression of the American Mind”, in “Revue Internationale de Philosophie”, XXXI, 1977, 3-4, pp. 401-437; W. Cullen Dennis, Puritanism as the Basis for American Conservatism, in “Modern Age”, autunno 1974, pp. 404-413.

[vii] “La América nasce así de una aventura con carácter religioso: bíblico, para ser más exactos.  Y, desde el principio, el mito de la Tierra Prometida, propagado por todo un enjambre de sectas, se revela de forma inmanente. Toma la forma de religiosidad social.” (Giorgio Locchi – Alain de Benoist, Il male americano, Settimo Sigillo, Roma 2015, p. 27).

[viii] R.C. Winthrop, Life and Letters of J. Winthrop, 2 voll., Boston 1864-1967, vol. I, p. 57; cit. in T. Bonazzi, Il sacro esperimento, Il Mulino, Bologna 1970, p. 38.

[ix] Peter Bulkeley, The Gospel-Covenant or the Covenant of Grace opened, Londra 1651, p. 431, cit. in T. Bonazzi, op. cit., p. 23

[x] William Culden Dennis, Puritanism as the Basis for American Conservatism, “Modern Age”, autunno 1974.

[xi] Sacvan Bercovitch, America puritana, Editori Riuniti, Roma 1992, p. 45.

[xii] Emilio Gentile, Le religioni della politica. Fra democrazia e totalitarismi, Laterza, Roma-Bari 2001, p. 39.

[xiii] Anders Stephanson, Destino manifesto. L’espansionismo americano e l’Impero del Bene, Feltrinelli, Milano 2004, p. 154.

[xiv] Anders Stephanson, op. cit., p. 150.

[xv] Romolo Gobbi, America contro Europa. L’antieuropeismo degli americani dalle origini ai giorni nostri, M&B, Milano 2002, p. 48.

[xvi] Cfr. John Humphrey Noyes, Strange Cults and Utopias of 19th Century America, Dover Publ., New York 1966.

[xvii] Y no sólo entre los seguidores norteamericanos del trumpismo, sino también en los ambientes filotrumpistas de la Internacional “soberanista”.  El tema del “Gran Despertar”, de hecho, ocupa una posición central en la mística apocalíptica de Aleksandr Dugin, quien afirma: “Our fight is no more against America. (…) There are only two parties in the world: globalist party of Great Reset and anti-globalist party of Great Awakening. And nothing in the middle. Between them there is abyss. It wants to be filled with oceans of blood. The blood of Ashley Babbitt is the first drop. (…) Trumpism is much more important than Trump himself. Trump has the merit to start the process. Now we need go further.” (A. Dugin, Great Awakening: The future starts now, www.geopolítica.ru).

[xviii] “Las Iglesias protestantes americanas se pueden agrupar en unas cincuenta corrientes: Adventistas, Bautistas, Luteranas, Metodistas, Pentecostales, Presbiterianos, Reformados y así sucesivamente. A su vez, las mayores de estas confesiones se dividen en muchos subgrupos, en la práctica en muchas otras congregaciones independientes para todos los efectos que, sin embargo, se reconocen bajo el denominador común de la corriente. Por ejemplo, la Iglesia pentecostal americana incluye las siguientes denominaciones independientes: Apostolic Faith, Assemblies of God, Bible Church of Christ, Bible Way Church of Our Lord Jesus Christ World Wide, Church of God, Church of God Profecy, Congregational Holiness Church, General Council Christian Churches of North America, International Church of the Fourasquare Gospel, Open Bible Standard Churches, Pentecostal Assemblies of the World, Pentecostal Church of God, United Pentecostal Church International, Pentecostal Free-Will Baptist Church.  Análogas subdivisiones existen para muchas otras Iglesias protestantes americanas, llevando así el número de congregaciones independientes a cerca de 140. Y esto para las denominaciones mayores: pero luego están los ministerios independientes, a menudo formados por una sola parroquia. A estas hay que añadir algunas sectas religiosas que no son protestantes en el sentido tradicional o histórico de la palabra, y como tales no son reconocidas por las otras (…) Las mayores son los Mormones, los Testigos de Jehová, la Worldwide Church of God y el Ejército de Salvación” (John Kleeves, Un paese pericoloso. Breve storia non romanzata degli Stati Uniti d’America, SEB, Cusano Milanino 1999, pp. 245-246).

[xix] Declaración realizada por él en octubre del 2020 en el transcurso de una entrevista para “Religion News Service”.

[xx] C. Mutti, L’Internazionale sovranista a difesa della “civiltà giudeo-cristiana”, “Eurasia” 3/2019, pp. 131-138; Idem, Sovranisti a sovranità limitata, in: AA. VV., Inganno Bannon, Cinabro Edizioni, Roma 2019, pp. 83-102

[xxi] Intervista a “War Room”, trascritta il 4 gennaio 2021 su www.lifesitenews.com

[xxii] Karl von Eckartshausen, Aufschlüsse über Magie, München 1790.

[xxiii] Sabiduría 18, 4.

[xxiv] Lucas 16, 8; Juan 12, 36 e 3, 19-21; Efesios 5, 7-9.

[xxv] J. Alberto Soggin, I manoscritti del Mar Morto, Newton Compton, Roma 1978, pp. 49-50.

[xxvi] Cfr. Katherine Tingley and Her Pupils, The Mysteries of the Heart Doctrine, The Theosophical Publ. Company, Point Loma, California, 1902, pp. 118, 171, 272, 307.

[xxvii] “(…) all the mysteries of nature are preserved in this school for the children of light” (“The Equinox. The Review of Scientific Illuminism”, a. V, vol. I, n. 1, marzo 1909, p. 7). “And my kingdom is for the children of light who trample under foot the garment of shame, and rend from their loins the sackcloth of modesty” (Ibid. p. 194). “Children of Light, Fellows of the Holy Ghost, perfect pure, Companions of the Sangreal, illustrious Knights of the Sacrosanct Order of Kadosch (…)” (Samuel Weiser, The Secret Rituals of the O.T.O. Edited and Introduced by Francis King, New York, 1973, p. 212). “There is no royal road to illumination; that which I say in Light is true to the children of Light; to them of darkness is a confusion and a snare” (Aleister Crowley, KONX OM PAX. Essays in Light, Celephaïs Press Ulthar – Sarkomand – Inquanok, Leeds 2004, p. x).

[xxviii] Paolo Naso, Il libro e la spada, Claudiana, Torino 2000, p. 187.

[xxix] Paolo Naso, op. cit., p. 166.

[xxx] Paolo Naso, op. cit., p. 169.

[xxxi] John Kleeves, op. cit., p. 249.

[xxxii] Rick Alan Ross, Le sette dentro e fuori. Come le persone vi entrano e vi [sic] possono uscire, Anteo Edizioni, Cavriago 2015, pp. 311-312.

[xxxiii] “The late Rebbe’s eminence as a moral leader for our country was recognized by every president since Richard Nixon”. https://elirab.me/tag/rebbe/

[xxxiv] Dvora Lakein, Delaware Jewish Community on Senator Joe Biden, http://www4.lubavitch.com, 8 settembre 2008.

[xxxv] When Joe Biden quoted the Rebbe, anash.org, 8 novembre 2020


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Claudio Mutti, antichista di formazione, ha svolto attività didattica e di ricerca presso lo Studio di Filologia Ugrofinnica dell’Università di Bologna. Successivamente ha insegnato latino e greco nei licei. Ha pubblicato qualche centinaio di articoli in italiano e in altre lingue. Nel 1978 ha fondato le Edizioni all'insegna del Veltro, che hanno in catalogo oltre un centinaio di titoli. Dirige il trimestrale “Eurasia. Rivista di studi geopolitici”. Tra i suoi libri più recenti: A oriente di Roma e di Berlino (2003), Imperium. Epifanie dell’idea di impero (2005), L’unità dell’Eurasia (2008), Gentes. Popoli, territori, miti (2010), Esploratori del continente (2011), A domanda risponde (2013), Democrazia e talassocrazia (2014), Saturnia regna (2015).