El siguiente escrito analiza el significado de las expropiaciones en América latina en los primeros años del siglo XXI. Para ello consideramos fundamental, primero, comprender el momento previo a esta etapa. Teniendo en cuenta el espíritu de la década de 1990, comprenderemos la razón por la cual los Estados latinoamericanos perdieron las empresas, hoy sujetas a expropiaciones. De este modo quedará mas clara la naturaleza misma de la expropiación, que obviamente encuentra su posibilidad de realización en un escenario donde las relaciones de fuerzas difieren diametralmente a aquellas de la última década del siglo XX.
Veremos los casos de Venezuela, Bolivia y Argentina-estos últimos toman relevancia debido a que son ejemplos recientes de la aplicación de esta política. Y finalmente haremos una breve mención a un tema mayor que engloba a las expropiaciones: el tema energético.
Siglo XX
En el último cuarto del siglo XX una ola de privatizaciones comenzó a avanzar a lo largo y ancho del globo. Esta ola era parte de una corriente mayor -el neoliberalismo- que chocaría contra los Estados de los diferentes continentes.
En América latina el neoliberalismo golpeó con una fuerza sin igual. De un modo casi irresistible le dio una nueva fisonomía al Estado-Nación y consecuentemente a la sociedad civil. Se abandonó el agotado modelo de acumulación: “la industrialización por sustitución de importaciones”* y se dio inicio a una nueva época donde se buscó quitarle al Estado su papel interventor. El modo operativo se fundaba en los siguientes mecanismos: aplicación de políticas monetarias y fiscales restrictivas, reducción del proteccionismo arancelario y desregulación del mercado -en especial el sector financiero.
La adhesión al listado de medidas en materia económica propuestas por el Consenso de Washington**, representa simbólicamente un contrato entre los Estados latinoamericanos y la ortodoxia económica. Los pueblos latinoamericanos cumplirían al pie de la letra las medidas neoliberales a cambio de un “inminente” crecimiento.
Las privatizaciones fueron una de las medidas mejor aplicadas. Estas consistían en la venta de empresas y monopolios públicos a privados, que -en teoría- realizarían una administración más eficiente que el Estado. Un caso ejemplar es la Argentina de Carlos Menem, quien se convirtió en el “campeón mundial de las privatizaciones” según lo calificó el presidente George H. W. Bush en una visita a Buenos Aires. La celeridad y la amplitud de las privatizaciones en un breve lapso de tiempo le hicieron merecedor de ese título; basta pensar que solo en el período 1990-1991 se privatizaron las empresas de telecomunicaciones, aeronavegación, tenencias accionarias en la industria petroquímica, áreas centrales y secundarias de la explotación petrolífera, más de un tercio de la red nacional de carretera y más de 5000 ramales ferroviarios***.
Hacia la mitad de la década el optimismo generalizado se desvaneció. El Consenso de Washington no lograba los resultados esperados, las privatizaciones elevaron el desempleo, la corrupción aparejada enriqueció a políticos y privados y desmanteló prácticamente al Estado.
Giro a la izquierda
El fracaso del citado Consenso y su lamentable impacto social son dos elementos esenciales a la hora de comprender el giro a la izquierda de los países de la región. Hablamos de giro a la izquierda debido a que desde la llegada de Hugo Chávez al poder en 1999, se sucedieron una serie de gobiernos que rechazaron el ideario ortodoxo-neoliberal y se acercaron a un modelo heterodoxo-progresista, defendiendo un Estado fuertemente comprometido con el desarrollo.
En este nuevo espíritu de época, Venezuela es el caso paradigmático en cuanto de expropiaciones se trate. La expresión del presidente: “Exprópiese” resume su política de fuerte control y estatización de recursos estratégicos.
En 2007 dio inicio una agresiva ola de nacionalizaciones de recursos estratégicos como el petróleo -se deshizo de la petrolera Exxon Mobil-, telecomunicaciones, electricidad e incluso compró al Banco Santander el Banco Nacional de Venezuela****.
Los casos recientes
El proyecto de Ley de expropiación -recientemente aprobado por el Congreso argentino- sobre el 51% de las acciones de Repsol YPF, hizo volar el fantasma de una nueva ola de expropiaciones por el subcontinente. Esta idea se vio reforzada por el anuncio simultáneo del Presidente Evo Morales de expropiar la Red Eléctrica Española.
Ambos casos tienen en común el hecho de afectar principalmente a accionistas españoles; pero tuvieron impactos diferentes. La noticia de la expropiación de las acciones de Repsol por parte del Gobierno de Cristina Kirchner, fue fuertemente repudiada por el Gobierno español, quién amenazó con aplicar represalias -como fue la prohibición del ingreso en la península ibérica de biodiesel argentino- no solo a nivel bilateral, sino a nivel de la Unión Europea y en el espacio internacional.
El anuncio boliviano a los ojos del Gobierno de Rajoy tuvo un impacto menor, debido al tamaño de la empresa y porque la indemnización correspondiente será negociada con un árbitro neutral.
La “indemnización” es el punto candente en el caso argentino. El país ha sido acusado varias veces de no cumplir sus compromisos con inversores internacionales. Se añade que Argentina ofrecería una cifra muy inferior a los más de 10.000 millones de dólares exigidos por Repsol.
Los recursos energéticos
Más allá que se pueda argumentar, que las expropiaciones responden a las necesidades de dólares de los gobiernos, el tema profundo que atraviesa esta política es el energético. Las privatizaciones de los años ’90 dejaron bajo control de actores privados -trasnacionales- los recursos naturales esenciales del actor nacional. De este modo se convirtieron en simples commodities intercambiables en el comercio internacional, sujetos a los intereses de los inversores internacionales, lejos de ser pensados como recursos soberanos básicos de los Estados para su desarrollo.
La energía es esencial. Nadie puede crecer si no se asegura el abastecimiento energético. Y en esta dependencia energética el petróleo ocupa un lugar central, hasta el punto de decir que habitamos en una civilización material petrolera*****.
Si consideramos la importancia de la energía para el desarrollo nacional, entendemos con más claridad el sentido de las expropiaciones sobre empresas privadas que controlaban recursos como el petróleo y el gas. En el caso argentino, la Casa Rosada defendió la expropiación argumentando que la no exploración y la no inversión de Repsol llevaron a que el país deba importar crudo para abastecer la demanda interna de este recurso.
Reflexiones
La palabra expropiación viene cargada con un sentido peyorativo. Antes que pensarla como un derecho legítimo consagrado en muchas Cartas Magnas, pensamos lo contrario, como un acto ilegal; distante de la tan “anhelada” seguridad jurídica. La expropiación siempre va a ser considerada una política poco moral por quienes vean afectados sus intereses; aún si viene a dejar sin efecto contratos leoninos y arbitrarios, es decir, donde no existe una compensación equitativa para las partes.
Lo crucial es que esta política no se aleje de esos principios que la argumentaron como ser la soberanía sobre los recursos nacionales y en virtud de ello el beneficio exclusivo para el Pueblo que es dueño de tales.
Ante la pregunta si estamos frente a una nueva ola de expropiaciones en Sudamérica, podemos decir: no.
Los nuevos gobiernos instalados desde inicios de siglo han tendido a respetar el orden jurídico emanado a partir de las privatizaciones y concesiones de los servicios públicos. Solo situaciones donde las privatizaciones han revestido formas escandalosas (como en el caso boliviano) o fueron poco relevantes en el conjunto de la economía (como en el caso venezolano) no han sostenido el statu quo económico y jurídico: en general han intentado evitar confrontaciones externas******.
Pocos días después de la promulgación de la Ley de expropiación, el Vicepresidente argentino Amado Boudou viajó a Washington para tranquilizar a inversores y descartó eventuales expropiaciones.
El caso boliviano también disipa las preocupaciones. Evo Morales buscó un equilibrio entre sus necesidades de inversión y la defensa de los recursos nacionales, al negociar -en simultáneo a la expropiación- con Repsol la apertura de una empresa de gas*******.
*Maximiliano Barreto è laureando in Relazioni internazionali all’Università Nazionale di Rosario (Argentina)
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*Estrategia económica cuyo supuesto básico es que un país en desarrollo debe sustituir productos que importa, por sustitutos fabricados localmente. Fue característica del período 1930-1970.
**Recomendaciones de política económica consideradas como el mejor programa económico que Latinoamérica debía aplicar para impulsar su crecimiento; propuestas por organismos económicos financieros internacionales.
*** RODRÍGUEZ MARTÍN, Amelia. “EL IMPACTO DE LA CRISIS ARGENTINA EN LA INVERSIÓN DE LAS EMPRESAS ESPAÑOLAS: EL CASO DE REPSOL-YPF”. Universidad de Salamanca. Disponible en Internet: http://halshs.archives-ouvertes.fr/docs/00/10/34/30/PDF/Rodriguez_Amelia.pdf [Consulta: mayo 2012].
**** Periódico digital “lainformación.com”. ¿Kirchnerismo= chavismo? Los derroteros controladores de Cristina. Disponible en Internet: http://noticias.lainformacion.com/mundo/kirchnerismo-chavismo-los-derroteros-controladores-de-cristina_ckdfgnP9CMGHyyfdNfpCf7/ [Consulta: mayo 2012].
***** HERNÁNDEZ, Efraín León y LANDA, Octavio Rosas. “Geopolítica crítica de la civilización petrolera. Una mirada desde América Latina”. Disponible en Internet: http://upcommons.upc.edu/revistes/bitstream/2099/3074/1/geopolitica%20critica%20de%20la%20civilizacion%20petrolera.pdf [Consulta: mayo 2012].
****** MOREIRA, Carlos, RAUS, Diego y GOMEZ LEYTON, Juan Carlos. “La nueva política en América Latina. Ruptura y continuidades”. Ediciones Trilce. Montevideo, Uruguay, 2008.
******* Ídem Periódico digital “lainformación.com”.
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