Introducción

Este articulo intenta analizar cómo los nuevos movimientos sociales, muchas veces a traves de Internet y de las redes sociales, afectan el ejercicio de la democracia y las relaciones políticas.
Concretamente investiga cómo Internet y las nuevas tecnologías contribuyen a la acción política, promoviendo la reapropiación de los espacios públicos y el restablecimiento de la vida pública. Así se distancian de la tendencia al alza de la esfera privada observada durante el siglo XX. Por otra parte, en tanto que las redes sociales amplían las posibilidades de interacciones humanas, hemos tratado de demostrar como afectan el ejercicio de los derechos de expresión y de reunión, provocando reflexiones sobre los tradicionales conceptos e instituciones jurídicas –por ejemplo, en el voto y en la democracia representativa.
Finalmente tratamos de imaginar formas de organización política en las que los ciudadanos vivan juntos, minimizando la distinción entre gobernantes y gobernados. También se buscan la construcción de un espacio donde la libertad se convierta en una realidad visible y tangible (Arendt). Pues en la actualidad, ese espacio público no se limita a la plaza, el lugar de la urbe tradicionalmente abierto a las personas, sino que también inncluye Internet como “aldea global” virtual.
Podemos formular el problema político por antonomasia en la actualidad en función de en que forma, las conexiones entre las personas, pueden constituir un foro para la discusión pública entre iguales. Pues se trata de un foro capaz de estimular el ejercicio público de las libertades fundamentales, como el derecho de reunión y de manifestación. En otras palabras, las nuevas herramientas de comunicación pueden jugar un papel importante contra la arbitrariedad y el abuso del poder gubernamental a través de la creación de esferas virtuales y fomentado la reocupación de espacios reales en los que los ciudadanos puedan participar de manera más directa en las decisiones sobre los asuntos públicos.

Crisis economica y surgimiento de los nuevos movimientos sociales

El Mayo del ’68 fue una revuelta planetaria, aunque su momento más radical fue cuando la huelga general impulsada por estudiantes, intelectuales y obreros hizo tambalear al gobierno de Francia. Pero a pesar de esa significativa difetencia, no se puede reflexionar sobre el significado de esta revuelta simplemente reduciéndola a un solo país. Existe pues una especificidad francesa del ’68, pero que se inserta en el marco de un movimiento más general (Cohn-Bendit) y –como hemos dicho- planetaria. Además hay, sorprendentemente, ningún partido o sindicato pudo convertirse en cabeza visible del movimiento, ni ningún programa se impuso totalmente sobre los otros. Más que una tentativa de toma de poder, lo que se dio fue un rechazo a la sociedad de consumo y a la forma de vida imperante. En los años ’70 y ’80 se desarrollan –sobre todo en Occidente, pero no en exclusiva- varios movimientos que destacan revolucionariamente aspectos concretos –antes menospreciados- de la vida social: derechos étnicos, feminismos, ecologismos, movimiento hippie etc. Aparecen pues nuevas politizaciones que no siempre se ligan a los movimientos políticos tradicionales y, además, superan los bloques a un lado y otro del muro de Berlín. Significativamente, cuando cae dicho muro y la URSS, Fukuyama proclama el Fin de la Historia y Lyotard la caída de los “metadiscursos”.
Por otra parte, desde mediados de los años Ochenta, en gran parte de los países “avanzados”, una serie de servicios básicos hasta entonces considerados necesarios y universales, caen bajo la lógica del capitalismo. Entonces los gobiernos fueron cediendo a las presiones de las empresas globales, privatizaron progresivament muchos servicios esenciales y olvidaron sus responsabilidades –adquiridas democráticamente- con vistas al mantenimiento del Estado del bienestar. El abandono de tales funciones por parte del Estado conlleva el declive de su autoridad en la actualidad. Gran parte del papel del Estado ha sido sustituido por las grandes multinacionales que, con sistemas a menudo ilegales, mantienen firmemente en sus manos el poder, independientemente de la posición de los partidos políticos.
En consecuencia, la creciente brecha entre la globalidad del poder económico y las limitaciones de los instrumentos de acción política, provocan la desagradable sensación de “falta de poder público”. Además alimenta la desconfianza para con la política nacional, pues se muestra incapaz, a fecha de hoy, de gobernar el complejo fenómeno de la globalización.
Por otra parte, se ha creado una sociedad muy estratificada en la que las mejores oportunidades están reservadas para élites cada vez más reducidas, marginando grandes masas de población a papeles subordinados. Los jóvenes están condenados a vivir en su propia la piel la paradoja de una sociedad liberal y progresista que, al mismo tiempo, es feudal, está estructurada en castas y se muestra inextricablemente ligada a la inseguridad.
Es en este contexto de crisis político-económica que se han constituido nuevas subjetividades e identidades políticas, más o menos sustanciadas que cabe asociar a los llamados “Nuevos Movimientos Sociales”. Pero –como hemos apuntado- para comprenderlos también resulta imprescindible atender a la nueva protagonista: la Red. A partir de los años ’90. Internet ha permitido que las nuevas tecnologías establezcan una acelerada interconexión que tiene grandes efectos en la reconstrucción de la intersubjetividad. La ruptura de los Nuevos Movimientos Sociales con los movimientos clásicos se relaciona con las nuevas formas de comunicación y las nuevas tecnologías que permiten a una gran difusión de los nuevos movimientos.
Por ello, el nuevo sujeto social y político está ahora inevitablemente vinculado con la distancia, y con los jóvenes (que suelen hacer un uso masivo de las nuevas tecnologías). Las Primaveras Árabes, mostraron cómo las redes sociales permiten hacer política de forma diferente y cómo el anonimato y la difusión cambian los equilibrios de poder. Dilucidaremos cómo estos movimientos reticulares se relacionan con los poderes fácticos y, en qué medida, unos y otros se copertenecen e interaccionan.
La crisis económica post2008 conlleva también una crisis de los valores democráticos dentro de la democracia. Ello ya se anunció en aquél mayo del 1968 y representa uno de los puntos centrales que comparten los NMS. Los miembros de esos movimientos coinciden en su aspiración a una nueva forma de hacer mucho más horizontal y asamblearia. Se presta especial atención a la inclusión como sujetos políticos de personas habitualmente dejadas al margen y se comprende la revisión constante de la forma, de la mecánica de la participación como sello del avance democrático, dado que sólo desde el cambio en las estructuras se consiguen cambios en los resultados. Se busca combatir la crisis democrática de las instituciones a través de movimientos locales que fortalecen la implicación del individuo en la esfera política. Se constituyen nuevas entidades más abiertas, comunicadas y participativas que permiten dar voz a todas las particularidades existentes en la actualidad.
Movimientos como el 15-M en España, los Piratas en Alemania, los 5 Estrellas en Italia, los ecologistas y los cooperativistas en muchos países… generan formas de participación alternativas y nuevas relaciones. Ante lo que algunos consideran el derrumbe de las formas de Estado y de políticas tradicionales, se abren todo un abanico de opciones ligadas a las tecnologías y a las subjetividades actuales. Habrá que pensar cómo son, cómo se constituyen y cómo se relacionan estas nuevas entidades sociales llamadas NMS y cómo conciben el poder, la política, la sociedad…
Ahora bien, estos movimientos podrían encontrar importantes obstáculos en su heterogeneidad organizativa y de objetivos (ecologistas, de género, culturales, políticos, de protesta etc.), e incluso en sus relaciones con los partidos y sindicatos tradicionales. Al fin y al cabo, hasta el momento siempre se han impuesto las élites. Los individuos en nuestras democracias representativas han sido considerados más como votantes que como tomadores de decisiones. Por otra parte, la democracia directa es difícil y -aunque cuando fuera posible- quizás no es del todo deseable, ya qué el procedimiento de consulta no ha permitido, por lo menos hasta ahora, el debate y su resultado ha sido a menudo muy decepcionante.
Las acciones iniciadas en Internet están permitiendo la expresión pública de los derechos políticos fuera del entorno virtual, sorprendiendo y causando dificultades a las instituciones políticas tradicionales. Tal sorpresa nace de que los acontecimientos desafían la idea, hasta ahora dominante, que las nuevas tecnologías de comunicación provocarían la fragmentación de las relaciones humanas. Pero no olvidemos que los actuales conflictos políticos con las autoridades establecidas resulta de movilizaciones que contrarrestan la lógica intrínseca de las democracias representativas organizadas bajo los paradigmas dominantes hasta el siglo XX.

*Cristiano Procentese (Napoli 1970) è docente di Filosofia e scienze sociali nelle Scuole secondarie di secondo grado della Provincia di Udine, membro del GIRCHE (Grup Internacional de Recerca “Cultura, Història i Estat”), nonché Dottorando di ricerca in Filosofia in cotutela con l’Università Ca’ Foscari di Venezia e l’Università di Barcellona.


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