Entonces Herodes, al ver que había sido burlado por los Magos, se enfureció terriblemente y mandó matar todos los niños de Belén y de toda su comarca, menores de dos años.
(Mateo 2, 16)
“A orillas de los ríos de Babilonia, estábamos sentados llorando, acordándonos de Sión. / En los álamos de la orilla colgábamos nuestras cítaras”[1]. Este preámbulo de uno de los Salmos más conocidos (Super flumina Babylonis) fue transferido por Temístocle Solera al célebre coro del Nabucco verdiano; un siglo más tarde fue retomado por Salvatore Quasimodo para representar la condición de los poetas italianos que, oprimidos por el “pie extranjero” (obviamente el alemán), habían dejado de cantar: “En las frondas de los alámos, por voto, /también nuestras cítaras estaban colgadas”[2] .
Sin embargo, la celebridad adquirida por dicho preámbulo del salmo bíblico ha oscurecido el verso conclusivo, en el que el salmista exhorta al exterminio de los niños babilonios: “¡Bienaventurado quién agarre y estrelle a tus pequeños contra la roca!” [3].
El tema del infanticidio en masa, ampliado con un obsceno llamado al destripamiento de las mujeres embarazadas, se encuentra también en el libro de Oseas, donde los niños de los Samaritanos son condenados al exterminio: “Samaria será aniquilada, porque se rebeló contra su Dios. Ellos perecerán a espada, sus hijos serán estrellados y sus mujeres embarazadas serán destripadas”[4].
No se puede decir que las prescripciones contenidas en el texto bíblico hayan sido desatendidas. El 9 de abril de 1948, un mes antes del nacimiento del “Estado de Israel”, Menachem Begin, autor del atentado que causó noventa muertes en el King David Hotel de Jerusalén y futuro primer ministro del régimen sionista (1977-1983), además Premio Nobel de la Paz (1978), envió a los terroristas del Irgun para exterminar a los habitantes del pueblo palestino de Deir Yassin[5], entre los cuales, además de ancianos, mujeres y niños, había treinta bebés. Para recordarlo no está un propagandista “antisemita”, sino el historiador israelí Ilan Pappe, quien añade entre otras cosas: “(…) junto con otros niños, en fila contra una pared que rociaron con balas, ‘solo para divertirse’ antes de marcharse”[6]. En muchas otras aldeas palestinas tuvieron lugar matanzas similares, como la de Ayn Zaytun, descrita por el periodista judío Hans Lebrecht: “La aldea había sido completamente destruida y entre las ruinas había muchos cadáveres. En particular, encontramos muchos cuerpos de mujeres, niños y bebés cerca de la mezquita. Convencí al ejército para que quemarán los cadáveres”[7].
En la Palestina ocupada por los sionistas, los infanticidios en masa ciertamente no terminaron en Deir Yassin. En los seis meses transcurridos entre octubre de 2023 y marzo de 2024 “casi 26.000 niños – es decir, poco más del 2% de la población infantil de Gaza – han sido asesinados o heridos”[8] en Palestina por el ejército de ocupación sionista, los mismos que se definen “La única democracia en Oriente Próximo” y se enorgullecen de ser “el ejército más moral del mundo”. En el mismo período, “al menos a 1.000 niños se les amputó una o ambas piernas y alrededor de 30 de los 36 hospitales fueron bombardeados, dejando solo 10 parcialmente funcionando. Casi el 90% de los edificios escolares fueron destruidos y alrededor de 260 maestros fueron asesinados”[9]. “Han muerto más niños en seis meses en Gaza que en todos los conflictos del mundo en los últimos cuatro años”, dijo el Comisario General de la Agencia de las Naciones Unidas para el socorro y la ocupación de los refugiados palestinos en el Cercano Oriente (UNRWA) [10].
Estos crímenes no deben ser imputados únicamente a la actual clase gobernante del régimen sionista de ocupación, ya que están en conformidad con la ética militar del “ejército más moral del mundo” y con las doctrinas en las que se inspira, pues esto nos lo confirma un estudioso judío al que se deben varios escritos sobre el judaísmo: Israel Shahak (1933-2001), nacido en Polonia, internado en el campo de concentración de Bergen-Belsen y emigrado en 1945 a Palestina, donde enseñó en la Universidad hebrea de Jerusalén. Israel Shahak refiere que “varios comentaristas rabínicos del pasado extrajeron la lógica conclusión de que en tiempos de guerra se puede, e incluso se debe, matar a todos los gentiles pertenecientes a una población hostil”[11] y nos informa que desde 1973 esta doctrina se enseña en los círculos militares israelíes. En un folleto publicado por el “ejército más moral del mundo”, del que Shahak ha dado a conocer algunos pasajes significativos traduciéndolos al inglés[12], el gran rabino coronel A. Avidan afirma textualmente: “Cuando nuestras fuerzas se topan con civiles durante una guerra o en plena persecución o en un ataque, siempre que no haya certeza de que esos civiles son incapaces de dañar a nuestras fuerzas, entonces, según la Halakhah [el conjunto de las normas jurídicas de la doctrina tradicional judía, nda], se puede e incluso se deben matarlos (…) Bajo ninguna circunstancia se debe confiar en un árabe, aun cuando dé la impresión de ser civilizado (…) En la guerra, cuando nuestras fuerzas asaltan al enemigo, la Halakhah les permite y hasta les encarece que maten incluso a civiles de bien, esto es, a civiles que son en apariencia buenos”[13]. La actualidad de esta doctrina se demuestra en el intercambio epistolar entre un recluta del ejército israelí y su rabino, reportado por Shahak. El soldado Moshe le comenta al rabino Shimon Weiser: “No pude decidir con claridad si a los árabes habría que tratarlos como a los amalekitas, queriendo decir esto que uno tiene permiso para asesinarlos [sic] hasta borrar su recuerdo por completo de debajo de los cielos[14], o si tal vez habría que obrar como en una guerra justa, en la que se mata sólo a soldados”[15] El piadoso rabino responde a Moshe citando el famoso imperativo talmúdico del rabino Shim’on ben Yochay: “Al mejor de los gentiles, mátalo (Tob shebe-goyim harog); a la mejor de las serpientes, machácale los sesos”[16]. Luego, argumentando sobre la base de un pasaje de las Tôsâphôth (una colección de interpretaciones del Talmud), concluye que en tiempos de guerra el asesinato de civiles es una mitzvah, es decir, una prescripción religiosa.
“Tratar a los árabes como a los amalecitas?” se cuestiona el joven recluta, partícipe del odio inextinguible que los judíos sienten por el antiguo pueblo de Amalec, arquetipo del enemigo que debe ser eliminado de la faz de la tierra. El mandamiento de Jehová – que Samuel transmitió a Saúl – es siempre válido[17]: “Ahora ve y castiga a Amalec y a Ierim y a todo lo que les pertenece; no dejes que sobreviva, sino que tendrás que destruirlo completamente a él y a todo lo que posee; no tengas compasión de él, mata a hombres y mujeres, niños y lactantes, bueyes y ovejas, camellos y asnos”[18]. Pero como “Saúl y su tropa perdonaron a Agag [rey de Amalec] y a lo más escogido de las ovejas, bueyes, alimentos, viñedos; todo lo mejor. No quisieron destruirlas completamente [anatema], destruyeron solo lo que era sin valor y despreciado”[19], Samuel llevó a cabo la obra apuñalando con su propia mano al rey de Amalec. Incluso la tradición judía más tardía ha narrado este episodio siguiendo los términos bíblicos. Flavio Josefo, por ejemplo, escribe que Saúl “procedió al exterminio de mujeres y niños creyendo que no cometía ninguna crueldad o acto inhumano: primero porque se actuaba así contra los enemigos y, segundo, porque obedecía a un mandato de Dios, lo que sería peligroso desatender (…) Dios, de hecho, odiaba tanto a la nación de los amalecitas, que le ordenó ni siquiera perdonar a los niños, por los cuales es natural sentir mayor piedad”[20].
Por otra parte, la conquista de la “tierra prometida” había estado marcada por una serie de masacres y matanzas que no habían eximido ni a mujeres ni a niños. Como Sijón, rey de Jesbón, había negado a que los israelitas pasarán por su territorio, éstos destruyeron todas las ciudades habitadas y masacraron a todos sus habitantes: “Nos apoderamos entonces de todas sus ciudades [del reino de Sijón], y destruimos completamente [anatema] toda ciudad: hombres, mujeres y niños, sin dejar supervivientes.”[21]. En el reino de Basán, destruyeron sesenta ciudades: “Los destruimos, como habíamos hecho con Sijón, rey de Jesbón, y nos dedicamos a la destrucción de todas las ciudades, incluidas sus mujeres y niños”[22]. Cuando los israelitas entraron después en Jericó, “Josué la sacrificó [anatema] con todo lo que había en la ciudad: hombres y mujeres, jóvenes y ancianos, terneros y animales de carga, todos cayeron a filo de espada”[23]. También en Ay los Israelitas masacraron a todos los habitantes, sin distinción de sexo y de edad: “En aquel día los muertos fueron doce mil, todos los habitantes de Ay (…) luego Josué prendió fuego a la ciudad”[24]. En la parte sur de Canaán, Josué y los israelitas “tomaron Makkeda ese mismo día y la pasó a filo de espada, a ella y a su rey, destruyeron todo ser viviente [anatema]: no dejaron que nadie se salvara y se escapara”[25]. Después le tocó a Libná: “la pasaron a filo de espada con todos los seres vivientes que había en ella: no dejaron que se salvara y que nadie escapara”[26]. Entonces “Yahvé entregó también a Laquis en manos de Israel, que la tomó al segundo día, y la pasó a cuchillo con todos los seres vivientes que había en ella y la destruyó”[27]. Luego Josué tomó a Eglón y “la pasaron a filo de espada; dentro de ella hicieron pasar a cuchillo [anatema] a todo ser viviente”[28]. Entonces fue el turno de Hebrón: “la tomaron y la pasaron a filo de espada, junto con su rey (y todas sus ciudades) y todos los seres vivos que había en ella. No dejó ni un superviviente”[29]. La siguiente matanza tuvo lugar en Debir y su rey: “la pasaron a filo de espada, la destruyeron con todo ser vivo que se encontraba allí y no dejaron a nadie con vida”[30]. Cuando después los israelitas se volvieron contra la parte norte de Canaán y tomaron la ciudad de Jasor, “no quedó en ella un solo ser vivo”[31]. Finalmente, toda la tierra de Canaán fue conquistada y saqueada, y sus recursos se repartieron entre las diversas tribus israelitas.
Al abordar el tema de los orígenes bíblicos de la estrategia seguida por los sionistas para ocupar Palestina e identificar el modelo arquetípico existente en el relato épico elaborado en el Libro de Josué, Youssef Hindi observó que “la historia de la conquista ha sido mitologizada por los rabinos y por los escribas, quienes han redactado y falsificado la Biblia, transmitiéndonos no tanto la realidad histórica, sino su concepción de Dios y de sus relaciones con los goim, los no judíos”[32]. La acusación relativa a la falsificación de las Escrituras realizada por los judíos, está claramente formulada en el texto coránico[33], y es conocida y familiar al autor musulmán, el cual la relanza citando como caso ejemplar precisamente el Libro de Josué y aduciendo la prueba de su manipulación: “Cuando la conquista de Josué llega a su fin, – escribe – se dice que enseguida Moisés asignó todas las partes a las tribus de los hijos de Israel y que él permanecía en la otra orilla del Jordán (Josué 13, 29-33)” [34]. Pero Moisés, objeta Youssef Hindi, “había muerto en el desierto antes de que Josué e Israel entraran en la tierra prometida y después de que Dios le anunciara que no vería la tierra prometida y se quedaría al otro lado del Jordán”[35].
Sin embargo, lo que cuenta no es la verdad o la veracidad histórica del relato bíblico, sino su valor de historia ejemplar, en el sentido de que son ejemplares los mitos, los cuales, “por el solo hecho de que enuncian lo que sucedió in illo tempore, constituyen a su vez una historia ejemplar del grupo humano que los ha conservado y del cosmos de ese grupo humano”[36]. Al igual que los mitos, también el relato bíblico, contenido en un texto que el judaísmo considera revelado por Dios y nunca más abrogado, puede o debe repetirse, encontrando “su sentido y su valor en su repetición misma”[37]. Una manifestación elocuente de esta concepción es el discurso pronunciado el 9 de marzo de 2017 – ante un desconcertado Vladimir Putin – por el primer ministro israelí Netanyahu, quien, para sostener sus propias “razones” contra la República Islámica de Irán, evocó la masacre de 75.000 persas realizada por los judíos en el siglo V a. C. [38] y desde entonces anualmente revivida en la fiesta de Purim.
Por lo tanto, hayan ocurrido realmente o constituyan el parto fantasioso de hagiógrafos afectados por un sadismo particular, las acciones infanticidas y genocidas descritas con complacencia mórbida en los pasajes bíblicos mencionados anteriormente, han inspirado a los sionistas, quienes, al considerarlas santas, ejemplares y normativas, las toman como modelo para sus crímenes.
Traducción: Francisco de la Torre
NOTAS
[1] “Έπὶ τῶν ποταμῶν Βαβυλῶνος – ἐϰεῖ ἐϰαθίσαμεν ϰαὶ ἐϰλαύσαμεν – ἐν τῷ μνησθῆναι ἡμᾶς τῆς Σιων. / ἐπὶ ταῖς ἰτέαις ἐν μέσῳ αὐτῆς ἐϰρεμάσαμεν τὰ ὄργανα ἡμῶν” (Ps. 136, 1-2; trad. Setenta).
[2] Salvatore Quasimodo, Con il piede straniero sopra il cuore, Quaderni di costume, Milano 1946.
[3] “μαϰάριος ὃς ϰρατήσει ϰαὶ ἐδαφιεῖ τὰ νήπιά σου πρὸς τὴν πέτραν” (Ps. 136, 9; trad. Setenta).
[4] “ἀφανισθήσεται Σαμάρεια, ὅτι ἀντέστη πρὸς τὸν θεὸν αὐτῆς· ἐν ῥομφαίᾳ πεσοῦνται αὐτοί, ϰαὶ τὰ ὑποτίτθια αὐτῶν ἐδαφισθήσονται, ϰαὶ αἱ ἐν γαστρὶ ἔχουσαι αὐτῶν διαρραγήσονται” (Os., 14, 1; trad. Setenta).
[5] En su libro: The revolt: story of the Irgun, Begin escribe que “El Estado de Israel no existiría sin la victoria de Deir Yassin” (p. 200).
[6] Ilan Pappe, La limpieza étnica de la Palestina, Crítica S.L., Barcelona, 2008, p. 131.
[7] Hans Lebrecht, The Palestinians. History and Present, Zoo Ha-Derech, Tel Aviv, 1987, p. 177.
[8] En seis meses de guerra, son 26 mil niños los asesinados o heridos en Gaza, ansa.it, 4 abril 2024.
[9] Ibidem.
[10] tg24.sky.it/mondo/2024/04/28/
[11] Israël Shahak, Historia judía, religión judía. El peso de tres mil años. A. Machado Libros, S.A., Madrid, 2003, p. 194.
[12] I. Shahak, Jewish History, Jewish Religion. The Weight of Three Thousand Years, Pluto Press Limited, London 1994.
[13] A. Avidan, Tohar hannesheq le’or hahalakhah (“La pureza de las armas a la luz de la Halakhah”), Comando de la Región centro, 1973, cit. en: I. Shahak, op. cit., pp. 194 y 195.
[14] “Borrarás el recuerdo de Amalek de debajo de los cielos” (Deuteronomio, 25, 19).
[15] Rabbi Shim‘on Weiser, “Pureza de armas – un intercambio epistolar”, en “Anuario Niv Hammidrashiyyah de Midrashiyyat No’am, 1974, p. 29-31. El anuario está en hebreo, inglés y francés, pero el material que aquí se cita sólo se publicó en hebreo. La traducción aquí reportada proviene de I. Shahak, op. cit., pp. 196-201.
[16] “Al mejor de los gentiles, mátalo; a la mejor de las serpientes, machácale los sesos” (Abhodah Zarah, 26b, Tôsâphôth). “Simon ben Yohaj es por excelencia el maestro antigentiles. En una recopilación de tres de sus dichos que empiezan con la palabra clave tôbh (=bueno) (Yer. Kid. 66c; Massek. Soferim XV, 10; Mek. Beshallah 27a; Tan., Wayera ed. Buber, 20) se encuentra la expresión a menudo citada por los antisemitas ‘Tob shebe-goyyim harog’ (= ‘El mejor entre los Gentiles merece ser asesinado’)” (The Jewish Encyclopedia, New York 1901-1906, vol. V, p. 617).
[17] De las 613 mitzvot que el piadoso israelita es llamado a observar, tres se refieren a los Amalecitas.
[18] “ϰαὶ νῦν πορέυου ϰαὶ πατάξεις τòν Αμαλεϰ ϰαὶ Ιεριμ ϰαὶ πάντα τὰ αὐτοῦ ϰαὶ οὐ περιποιήσῃ ἐξ αὐτοῦ ϰαὶ ἐξολεθρεύσεις αὐτὸν ϰαὶ πάντα τὰ αὐτοῦ ϰαὶ οὐ φείσῃ ἀπʹ αὐτοῦ ϰαὶ ἀποϰτενεῖς ἀπὸ ἀνδρὸς ϰαὶ ἕως γυναιϰὸς ϰαὶ ἀπὸ νηπίου ἕως θηλάζοντος ϰαὶ ἀπὸ μόσχου ἕως προβάτου ϰαὶ ἀπὸ ϰαμήλου εἰς ὄνου” (I Samuele, 15, 3; trad. Setenta).
[19] “ϰαὶ περιποιήσατο Σαουλ ϰαὶ πᾶς ὁ λαὸς τὸν Αγαγ ζῶντα ϰαὶ τὰ ἀγαθὰ τῶν ποιμνίων ϰαὶ τῶν βουϰολίων ϰαὶ τῶν ἐδεσμάτων ϰαὶ τῶν ἀμπελώνων ϰαὶ πάντων τῶν ἀγαθῶν ϰαὶ οὐϰ ἐβούλετο αὐτὰ ἐξολεθρεῦσαι· ϰαὶ πᾶν ἔργον ἠτιμωμέον ϰαὶ ἐξουδενωμένον ἐξολέθρευσαν” (I Samuele; trad. Setenta).
[20] “ἐπὶ σφαγὴν γυναικῶν καὶ νηπίων ἐχώρησεν, οὐδὲν ὠμὸν οὐδ’ ἀνθρωπίνης σκληρότερον διαπράσσεσθαι φύσεως ἡγούμενος, πρῶτον μὲν πολεμίους ταῦτα δρῶν, ἔπειτα προστάγματι θεοῦ, ᾧ τὸ μὴ πείθεσθαι κίνδυνον ἔφερε. (…) ὁ μὲν γὰρ θεὸς οὕτως ἐμίσησε τὸ τῶν Ἀμαληκιτῶν ἔθνος, ὡς μηδὲ νηπίων φείσασθαι κελεῦσαι πρὸς ἃ μᾶλλον ἔλεος γίνεσθαι πέφυκε” (Flavio Giuseppe, Antigüedades judías, VI, 7, 136-138).
[21] “ϰαὶ ἐϰρατήσαμεν πασῶν τῶν πόλεων αὐτοῦ ἐν τῶ ϰαιρῷ ἐϰείνῳ ϰαὶ ἐξωλεθρεύσαμεν πᾶσαν πόλιν ἐξῆς ϰαὶ τὰς γυναῖϰας αὐτῶν ϰαὶ τὰ τέϰνα αὐτῶν, οὐ ϰατελίπομεν ζωγρείαν” (Deuteronomio 2, 34; trad. Setenta).
[22] “ἐξωλεθρεύσαμεν αὐτούς, ὥσπερ ἐποιήσαμεν τὸν Σηων βασιλέα Εσεβων, ϰαὶ ἐξωλεθρεύσαμεν πᾶσαν πόλιν ἑξῆς ϰαὶ τὰς γυναῖϰας ϰαὶ τὰ παιδία” (Deuteronomio 3, 6; trad. Setenta).
[23] “ϰαὶ ἀνεθεμάτισεν αὐτὴν Ἰησοῦς ϰαὶ ὅσα ἦν ἐν τῇ πόλει ἀπὸ ἀνδρὸς ϰαὶ ἕως γυναιϰός, ἀπὸ νεανίσϰου ϰαὶ ἕως μόσχου ϰαὶ ὑποζυγίου, ἐν στόματι ῥομφαίας” (Josué 6, 21; trad. Setenta).
[24] “ϰαὶ ἐγενήθησαν οἱ πεσόντες ἐν τῇ ἡμέρα ἐϰείνῃ ἀπὸ ἀνδρὸς ϰαὶ ἕως γυναιϰὸς δώδεϰα χιλιάδες, πάντας τοὺς ϰατοιϰοῦντας Γαι (…) ϰαὶ ἐνεπύρισεν Ἰησοῦς τὴν πόλιν ἐν πυρί” (Josué 8, 25-28; trad. Setenta).
[25] “ϰαὶ τὴν Μαϰηδα ἐλάβοσαν ἐν τῇ ἡμέρᾳ ἐϰείνῃ ϰαὶ ἐφόνευσαν αὐτὴν ἐν στόματι ξίφους ϰαὶ ἐξωλέθρευσαν πᾶν ἐμπνέον ἐν αὐτῇ, ϰαὶ οὐ ϰατελείφθη ἐν αὐτῇ οὐδεὶς διασεσῳσμένος ϰαὶ διαπεφευγώς” (Josué 10, 28; trad. Setenta).
[26] “ἐφόνευσαν αὐτὴν ἐν στόματι ξίφους ϰαὶ πᾶν ἐμπνέον ἐν αὐτῇ, ϰαὶ οὐ ϰατελείφθη ἐν αὐτῇ οὐδὲ εἶς διασεσῳσμένος ϰαὶ διαπεφευγώς” (Josué 10, 30; trad. Setenta).
[27] “παρέδωϰεν ϰύριος Λαχις εἰς τὰς χεῖρας Ισραηλ, ϰαὶ ἔλαβεν αὐτὴν ἐν τῇ ἡμέρᾳ τῇ δευτέρᾳ ϰαὶ ἐφόνευσαν αὐτὴν ἐν στόματι ξίφους ϰαὶ ἐξωλέθρευσαν αὐτήν” (Josué 10, 32; trad. Setenta).
[28] “ἐφόνευσεν αὐτὴν ἐν στόματι ξίφους, ϰαὶ πᾶν ἐμπνέον ἐν αὐτῇ ἐφόνευσαν” (Josué 10, 35; trad. Setenta).
[29] “ἐπάταξεν αὐτὴν ἐν στόματι ξίφους ϰαὶ πᾶν ἐμπνέον, ὅσα ἦν ἐν αὐτῇ, οὐϰ ἦν διασεσῳσμένος” (Josué 10, 37; trad. Setenta).
[30] “ἐπάταξαν αὐτὴν ἐν στόματι ξίφους ϰαὶ ἐξωλέθρευσαν αὐτὴν ϰαὶ πᾶν ἐμπνέον ἐν αὐτῇ ϰαὶ οὐ ϰατέλιπον αὐτῇ οὐδένα διασεσῳσμένον” (Josué 10, 39; trad. Setenta).
[31] “οὐ ϰατελείφθη ἐν αὐτῇ ἐμπνέον” (Josué 11, 11; trad. Settanta).
[32] Youssef Hindi, Origini bibliche della strategia israeliana di conquista, “Eurasia”, 1/2024, p. 39.
[33] “¡Ay de aquellos que escriben el Libro con sus propias manos (yaktubūna al-Kitāba bi aydīhim) y luego dicen: ‘Esto proviene de Dios’ y ¡lo cambian por un vil precio! ¡Ay de ellos por lo que sus manos han escrito y por lo que han lucrado! (Corán II, 79).
[34] Y. Hindi, art. cit., p. 40, n. 1.
[35] Ibidem.
[36] Mircea Eliade, Tratado de historia de las religiones, Ediciones Era, S. A., México D.F., 1972, p. 385.
[37] M. Eliade, ibidem.
[38] “Los judíos pasaron a filo de espada a todos sus enemigos; fue un degüello, un exterminio. Hicieron lo que quisieron con sus adversarios.” (Ester, 9, 5).
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